LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO PARA LA OBEDIENCIA

Y pondré dentro de vosotros Mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” (Ezequiel 36:27)

Cuando venimos a los pies de Cristo Jesús, nacimos de nuevo. Fuimos hechos nuevos en Cristo. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).

Recibimos un corazón espiritual nuevo, como fue prometido “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros” (Ezequiel 36:26).

Ahora, ¿Cómo crece en una vida de obediencia una nueva criatura en Cristo? Nuestro pensamiento natural puede asumir que un Cristiano podría crecer en obediencia por medio de sencillamente hacer lo mejor que pueda para caminar en la voluntad de Dios.

El seguidor de Jesús nacido de nuevo no está diseñado para operar en sus mejores esfuerzos. Es El Espíritu Santo quien permite la dinámica de una vida de obediencia.

Una vida desobediente incluiría actitudes y hechos que nuestros cuerpos físicos caídos anhelarían naturalmente. Estos deben ser llevados a la cruz, para ser considerados como crucificados con Cristo.

“Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia” (Colosenses 3:5-6).

Continuará...

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