LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO PARA LA OBEDIENCIA (PARTE II)

Una vida desobediente incluiría actitudes y hechos que nuestros cuerpos físicos caídos anhelarían naturalmente. Estos deben ser llevados a la cruz, para ser considerados como crucificados con Cristo.

El Espíritu Santo quiere capacitarnos para responder apropiadamente con relación a tales deseos carnales “porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.” (Romanos 8:13). Estos apetitos naturales, caídos son descritos en Gálatas como “los deseos de la carne”.

Ellos son vencidos conforme nos rendimos a la obra del Espíritu Santo en nuestra vida. “Digo pues, andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (Gálatas 5:16).

Una vez más, esta obra del Espíritu no es automática o “robótica”. En lugar de eso, es un asunto relacional. Es realizado en nuestra vida por medio de dependencia humilde.

En cuando dependamos del Espíritu santo para que nos guíe por la senda de la obediencia, entonces viviremos verdaderamente como hijos obedientes de Dios. “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Romanos 8:14).

Dios de mi salvación, deseo caminar en obediencia a Ti. Confieso que a menudo me apoyo en mis propios recursos.

Por favor opera profundamente en mi corazón por medio del poder de Tu Espíritu santo y guíame en sendas de justicia, en el nombre de Jesús, Amén.

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