OBEDECEREMOS
Jehová tu Dios te manda hoy que cumplas estos estatutos y decretos; cuida, pues, de ponerlos por obra con todo tu corazón y con toda tu alma. Has declarado solemnemente hoy que Jehová es tu Dios, y que andarás en sus caminos, y guardarás sus estatutos, sus mandamientos y sus decretos, y que escucharás su voz. Deuteronomio 26: 16-17.
Cuando los israelitas oyeron este resumen de los requerimientos de la ley, ellos prometieron confiadamente que los obedecerían. Éxodo 24:7 Y tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos. Sus intenciones realmente fueron loables. Sin embargo, su actuación fue definitivamente inaceptable. Aún antes de que partieran de la montaña donde la ley fue dada, se lanzaron en desobediencia. “Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado” (Éxodo 32:8). Ellos se rebelaron repetidamente contra el Señor su Dios.
El libro de Jueces lo documenta claramente: “Los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová” (Jueces 4:1). “(Otra vez) Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová” (Jueces 6:1); “Pero los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová” (Jueces 10:6). Años después, Esteban resumiría la historia de desobediencia de Israel. “¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros” (Hechos 7:51).
Padre, humildemente me postro ante Ti, confesando que muy a menudo soy como los hijos de Israel. Confiadamente prometo vivir en obediencia a Tu voluntad. Luego, prontamente me aparto de Tu senda y satisfago mi propia voluntad. Necesito Tu gracia transformadora para renovar mi hombre interior a una obediencia creciente, hacia Ti, por medio de Jesús, mi Señor, Amén.