PACTO Y COMPROMISO (Parte 4)
Los hijos que aprenden a rendir cuentas, llegan a ser responsables y maduros; los hijos que aprenden a reclamar sus derechos, llegan a ser rebeldes e inmaduros. Lo que se dice de los hijos en la familia natural, se aplica también a los hijos de la familia espiritual (la Iglesia) y a los hijos de la patria (los ciudadanos). En la Iglesia eso es semejante a los que reclaman las promesas que encuentran en la Biblia, pero sin considerar que primero tienen que cumplir ciertas condiciones y en la ciudadanía se manifiesta en los que reclaman derechos y beneficios de ser ciudadanos pero ignoran o rehúsan reconocer las responsabilidades de ser ciudadano. Lo mismo se aplica con toda persona en la cadena de autoridad. Leyes: En la secuencia lógica de estos elementos, establecida la trascendencia de Dios y su expresión a través de una jerarquía de autoridad, debe existir las leyes, normas o preceptos que sean las reglas que señalen la forma de cumplir las responsabilidades asignadas, a la vez que permitan disfrutar los derechos o beneficios derivados de esa responsabilidad; es allí donde entran las leyes de Dios.
Al considerar las leyes desde la perspectiva que Dios quiere bendecirnos, las entendemos como base de toda autoridad y vida; es decir, son normas absolutas con el fin de enseñarnos a ejercer dominio, primero sobre uno mismo y luego sobre toda la creación. Uno de los ejemplos que mejor ilustran ese aspecto de la ley, es en el que se compara un pez y el agua en la que vive, con el hombre y la ley; así como sacar al pez del agua, supuestamente para liberarlo de esa limitación de estar todo el tiempo sumergido y permitirle que descubra, conozca y explore el resto de la naturaleza, realmente seria matarlo; pretender quitar al hombre las restricciones de la ley y que sea libre para experimentar, descubrir y disfrutar de placeres, practicas, estilos de vida, y tantas otras cosas que no puede “disfrutar” porque la ley “lo limita y restringe”, en lugar de liberarlo lo condena a una muerte segura. Lo que el agua es para el pez, su medio ambiente para vivir; la ley lo es para el hombre; fuera de ese medio ambiente reina la muerte.